lunes, 13 de febrero de 2012

REFLEXIÓN I

Llevo como profesor de filosofía quince años y medio, y desde hace un tiempo, quizá sea por lo de la crisis de los ’40, me viene día sí día también la misma pregunta a mi obtusa mente, ¿qué papel juega la filosofía en los planes de estudio de bachillerato? ¿sirve para algo la filosofía a jóvenes de 16-18 años?
Oigo las noticias, una de ellas es la de un “salón universitario” en la ciudad de Sevilla, hasta aquí todo normal, los jóvenes preuniversitarios necesitan informarse sobre sus opciones de futuro, escucho que una joven habla sobre la imposibilidad de seguir las vocaciones, ya que eso no da de comer, no da trabajo, hay por tanto que elegir algo con salida laboral aunque no nos guste, aunque no sea nuestra vocación, al fin y al cabo podríamos añadir, lo de la vocación es un concepto del pasado, un tanto romántico y que huele a naftalina, pero que ya no es práctico, ya no cabe en el vocabulario de un joven actual. Prosigo, una vez lo de la vocación ya lo hemos olvidado por completo, se nos plantea que lo de las Humanidades (lo que yo siempre he llamado Letras, de las que me siento parte, y de las que sigo estando muy orgulloso) es algo que “huele a muerto”, parece que es también algo del pasado, algo que no sirve en el mundo actual, que no tiene cabida, que se ha quedado fuera el mundo “oeconomicus”. Y es que desde que la canciller Angela Merkel abriera la puerta de Alemania a los ingenieros españoles, o tienes un perfil de ciencias o “vas apañao”.

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